Tercer Ojo: Historia de la Radiestesia

style="float: right; margin-bottom: 10px; font-weight: 600;"Mon 19th Jan, 2015

En la antigüedad, para realizar prospecciones, fue más utilizada la varilla, a excepción de los péndulos, encontrados en las excavaciones del Valle de los Reyes. Más tarde, para definir estas búsquedas, se utiliza el término Rabdomancia, cuya etimología en griego significa: adivinación por la varilla.

El  término Radiestesia pertenece concretamente al abate francés Bouly, quien en 1929 acuñó la palabra, utilizando un neologismo del latín y el griego, que significa "sensibilidad a las radiaciones". También definió la radiestesia como "el arte de descubrir lo que está oculto a las facultades normales del hombre, pero cuya existencia es real"

Esta definición se puede ampliar y precisar, cambiando la palabra arte por método, con lo que se podría redefinir la radiestesia como: "el -método- de descubrir lo que está oculto a las facultades normales del hombre, pero cuya existencia es real"...-sin importar la distancia, ni el tiempo, ni que el objeto, ser o entidad de nuestra búsqueda, sea de existencia física, psíquica y/o espiritual-.

 

Radiestesia en la Biblia

Ya en la Biblia se encuentran referencias al bastón/vara o cetro, como símbolo de poder. Moisés en el desierto golpeó con su vara de almendro, la piedra de Horeb y descubrió agua. Es considerado por muchos el patrón de los radiestesistas o rabdomantes. También hallamos otras citas en la Biblia, por ejemplo de Oseas, quien en el siglo IX A.C. se escandaliza por los métodos de adivinación, del pueblo de Israel. En el artículo IV -versículo 12- Oseas dice: "Mi pueblo pregunta a sus leños y su palo les hace revelaciones...".

Además, en el Antiguo Testamento, el profeta Ezequiel -siglo VI antes de Cristo- dice en los versículos 21,26: "Porque el Rey de Babilonia se ha detenido en el cruce, en la cabecera de los dos caminos, para consultar la suerte. Ha sacudido las flechas, ha interrogado a los terafim y ha observado el hígado".

 

El péndulo en otras culturas

También en la mitología griega encontramos diferentes referencias de la varilla, y los cayados como instrumentos mágicos.

Cicerón (106 a.C. + 43 a.C) en De Divinatione (Sobre la adivinación) alude a un proverbio sobre los que buscan tesoros bajo tierra, utilizando la varilla.

 

Los etruscos adquieren más fama que los augures de la Antigua Roma; reconocen las influencias cósmico-telúricas, sobre la Tierra, y son diestros en encontrar los lugares más favorables para sus emplazamientos.

Además se sabe, que cuando los romanos invadieron Germania y las Galias, las tropas iban precedidas de rabdomantes o zahoríes, para proporcionar agua a los guerreros, mediante el descubrimiento -a través de los caminos- de aguas subterráneas.

A partir de la Edad Media, estas prácticas son perseguidas por la Inquisición, y la palabra zahorí pasa a ser sinónimo de brujo.

 

Pautas de la Rabdomancia o Radiestesia

La primera afirmación sobre el tema es que sin radiestesista no hay radiestesia. Para el ejercicio de ella no hacen falta poseer cualidades innatas, sino aspectos psicológicos equilibrados, que en líneas generales poseen el 85% de las personas. Otras de carácter nervioso, ciclotímico o arrogante, verán muy difícil obtener progresos.

Además se debería ser prudente, sobre todo cuando se está aprendiendo; por ejemplo: en la medición de vibraciones energéticas, el principiante se debe quedar al margen de estar en contacto, física y/o mentalmente con sitios negativos, ya que la inexperiencia puede afectar psicológicamente al operador. El entusiasmo de las primeras búsquedas o mediciones, cuando se comienzan a obtener resultados, suele llevar al radiestesista novato a un agotamiento mental excesivo, que puede precaverse no prolongando dichos ejercicios, más de 20 minutos seguidos.

Si se quiere trabajar con el péndulo, o se quiere realizar una prospección complicada: amplios terrenos, sobre mapas de sitios desconocidos, etc., es conveniente hacer descansos cada media hora, por lo menos 10 minutos, haciendo otro tipo de actividades que no tengan que ver con el péndulo.

El método radiestésico resulta difícil de explicar -si no se ha practicado- la pauta más importante es mantener la mente vacía de cualquier otra idea. Eso no se logra reprimiendo los pensamientos que continuamente nos ocupan, sino siguiéndolos hasta el final; tampoco se trata de tener la mente en blanco, sino totalmente receptiva a lo que se va a preguntar, sin influencias externas ni internas: prejuicios, la opinión de unos y otros, o distracciones. La mente tiene que conseguir un estado tan receptivo como una antena amplificada, que espera la emisión en cualquier momento.

 

Conocimientos

Sin embargo, como bien aconsejó el Padre José María Pilón, jesuita y radiestesista, en sus Jornadas de Parapsicología dictadas en Madrid, es necesario tener cierta información sobre las investigaciones; si por ejemplo, se quieren encontrar restos arqueológicos, es preciso conocer los detalles de lo que se busca, para determinar la época de los restos, los materiales que se utilizaban, etc. Al igual, si buscamos una persona, deberíamos conocer con certeza: su nombre completo, edad, complexión y características.

Lo mejor es conseguir una foto, lo más actual posible, y disponer de un mapa de la zona donde se cree se puede localizar a esa persona.

También es imprescindible tener una buena salud, en el momento de las prospecciones, y no tener una gran preocupación, ya que ambas situaciones pueden nublar la búsqueda, y malograr el hallazgo.

Algunos operadores usan péndulos con testigo, se trata de un hueco en el interior del péndulo, para depositar en él una muestra de lo que se desea encontrar: agua/metales/sustancias. Sin embargo, algunos de los que lo han utilizado, desconfían de su efectividad, ya que lo que se haya guardado dentro -anteriormente-impregnará el testigo, y confundirá la detección.

El primer péndulo de enormes dimensiones -de 28 kilos de peso y colgado a 67 mts. en el Panteón de París, fue ideado por León Foucault en 1851, para demostrar la rotación de la Tierra.

 

Zahoríes

Los primeros zahoríes, pueden equipararse a los primeros hechiceros, que provistos de un sexto sentido, guiaban a su tribu hacia los lugares más adecuados para establecerse, encontrar agua, buenos sitios para la caza, y elegir alimentos. A lo largo y ancho de la Tierra se encuentran referencias a ellos, en grabados y algún tratado que sobrevivió, a través de los siglos.

Como conclusión puede asegurarse que casi todo el mundo tiene esta capacidad.

 

Un buen maestro e incluso algún manual, puede ayudar, si la práctica es constante, y se tiene la suficiente paciencia para ver los primeros resultados. Y sobre todo, siempre -objetivamente- comprobar los aciertos y equivocaciones, hasta los mejores radiestesistas casi nunca superan el 85 o el 90% de aciertos. Tampoco es imprescindible tener un largo bagaje cultural, si las prospecciones o búsquedas van a girar en torno a elementos de la naturaleza -ya que es cierto- que muchos zahoríes, no saben ni leer, ni escribir, ni lo necesitan para encontrar agua.


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