Pintura: René Magritte, el misterio absoluto del presente
René François Ghislain Magritte nació en 1898 en Lessines, Bélgica. Su padre era comerciante de telas y sastre, su madre de apellido Bertinchamps, después de numerosos intentos, se suicidó ahogándose en el rÃo Sambre, cuando Magritte sólo tenÃa 13 años. Con 12 habÃa empezado a tomar sus primeras clases de pintura y dibujo
Algunas crÃticas creÃan ver en alguno de sus cuadros, por ejemplo- Los Amantes- la visión del vestido de su madre en el agua, tapando las caras, explicación que a él le molestaba bastante, y no está ni siquiera confirmado que viera el cuerpo de ella, flotando en el rÃo, después de haber desaparecido durante varios dÃas.
Al terminar el bachillerato ingresa en la Academia de Bellas Artes de Bruselas, donde permanece entre 1916 y 1918. En 1922 se casa con una amiga de la infancia y comienza a dar sus primeras pinceladas de lo que se empezarÃa a llamar realismo mágico, que consistÃa en mezclar elementos fuera de su contexto, para que el observador adivine su significado, asà consigue cuadros enigmáticos y dotados de cierto sentido del humor, que parece -nunca decayó- a pesar de la pérdida tan temprana de su madre, en dramáticas circunstancias. Sus primeros cuadros tenÃan componentes del impresionismo, pero otros crÃticos de arte ven su obra avanzando vacilante entre el purismo, el orfismo, futurismo y cubismo hasta que en 1923 la visión de un cuadro de Giorgio De Chirico le deja tan impresionado que comienza a definir su estilo dentro del surrealismo.
El Jockey perdido
En 1926 se traslada a Paris, donde ya se fraguaba la cuna del surrealismo, Como tantos otros pintores, se pone en contacto con André Bretón, su creador.
Permanece en la capital francesa durante cuatro años, participando de las actividades del grupo, junto con otros altos exponentes del movimiento como DalÃ, Arp, Miró, quien luego se separarÃa del surrealismo, y el poeta paul Eluard, marido de Gala, futura mujer y musa de Salvador DalÃ.
En ese mismo año realiza su primer pintura surrealista: El Jockey Perdido, aunque desde un punto de vista pictórico, serÃa una incursión todavÃa tÃmida dentro del movimiento.
Es una época de gran actividad artÃstica, durante la cual viaja para realizar exposiciones en Nueva York, Londres, Bruselas, Ginebra y por supuesto, ParÃs.
Facetas desconocidas
Magritte tuvo interesantes incursiones en la fotografÃa, realización de murales y escultura. Para el cine realizó los decorados de la pelÃcula de Albert Hitchcock, Recuerda, donde representó innumerables ojos pintados, en la que también participó Salvador DalÃ, colaborando en algunas escenas onÃricas de la pelÃcula.
A finales de los años setenta se editó una recopilación de los escritos de Magritte, más un glosario de intenciones y explicaciones sobre su original manera de ver su arte. Comprenden asimismo fragmentos inéditos, propuestas y escritos sueltos, que fueron guardados en algún cajón, quizás por su casi exclusiva dedicación a la pintura.
Otras influencias
Alicia en el PaÃs de las maravillas, de Lewis Carroll, fue para Magritte una gran influencia que impregnó sus pinturas, puede verse -sin duda- aunque no a primera vista, en el juego de espejos que distorsionan la realidad, en los árboles que toman rostros humanos, o que proporcionan -directamente- frascos de perfume en su interior, en cajones fabricados dentro de ellos, como en Excitantes perfums by Mem -Cuadro número 2-
Admirador de Edgar Allan Poe, de quien creÃa ser su alma gemela, en la cima de la paradoja, exigió a una galerÃa que un cuadro fuera "invisible". Es quizás en estos espacios vacÃos donde puede atisbarse el afecto que perdió irreversiblemente en su adolescencia, pero también lo que hasta el final de sus dÃas constituyó según sus palabras "el misterio absoluto del presente" Y un gran sentido del humor que compartió con otros pintores surrealistas: Remedios Varo, Leonora Carrington, Salvador DalÃ.
Newton y Einstein
Se ha querido dar un significado enlazado con la ciencia a ciertos cuadros de Magritte en particular El hijo del hombre y Prohibida la reproducción, por un lado -seguramente- por el uso recurrente de las manzanas ingrávidas y por otro, han querido encontrar cierto parentesco con la teorÃa de la relatividad, al plantear en sus pinturas el conflicto espacio y tiempo. Por otra parte, estas manzanas que ocultan rostros, suspendidas en el aire, desafiantes a la gravedad, también pueden adoptar otro punto de vista diferente, la necesidad deMagritte de permanecer anónimo -a pesar de sus éxitos- y de mantener un hermetismo en su personalidad, a prueba de gestos, inexistentes. Sus cuadros son tridemensionales, es allà donde el paisaje exterior se confunde con el interior, y el observador con lo observado, cuadros que al mismo tiempo, mantienen silenciosamente en sus manzanas, la primavera de una frutas lozanas, para defender a capa y espada la ingenuidad -sin dobleces- de la propia Naturaleza.