Poesía: Entrevista a un joven poeta, Mikel Aboitiz

style="float: right; margin-bottom: 10px; font-weight: 600;"Tue 25th Nov, 2014

Pero de repente, dando vuelta la hoja, entendí
que ya había terminado, que la frase anterior
era la última, el último renglón de la última página
del último capítulo del libro. Pensaba que seguía

entré de espaldas al silencio

y me perdí el final. Y me re calenté,
porque no parecía un final, y porque
esa misma frase me había sugerido mil
continuaciones lindísimas a la historia,
y porque cerrar así nomás todo eso,
es una picardía. Y volví a la frase, mil veces
volví y cada vez una continuación distinta
agonizaba y moría ahí mismo, enfrente de todos.*

*Un millón de epílogos del libro Sección de vientos.

Mikel Aboitiz nació en Marin County, California, EE.UU. en 1987. Hijo de madre filipina y padre uruguayo, creció y fue al colegio en Buenos Aires, donde reside actualmente luego de haber finalizado hace unos pocos años sus estudios universitarios en Barcelona.

"Cuando terminé el secundario empecé Bellas Artes y pensaba formarme como escultor, que era en lo que más pensaba en esa época", nos cuenta Mikel Aboitiz. "Empecé en el IUNA -agrega- y al poco tiempo me fui a Barcelona con esa intención. Pero después decidí, por distintas razones, estudiar Letras, y terminé la carrera de Estudios Literarios en la Universidad de Barcelona. Es una carrera muy basada en la teoría literaria y la literatura comparada, con bastante semiótica y algo de filosofía y de psicoanálisis. Hacia el final, lo que más me interesaba era la semiótica y la filosofía del lenguaje. Mi trabajo de final de carrera fue sobre el uso de la ironía en las novelas de Jane Austen, que me resulta complejísimo y devastador. De un modo más personal me formé como traductor, que es lo que digo cuando me preguntan qué hago, o qué soy. Me gusta mucho traducir.

Lleva editado un libro de cuentos, y su segundo libro impreso en mayo de este año por Milena Caserola se llama Sección de vientos, y es de poesía.

¿Qué te gusta de la poesía?
La posibilidad de expresar realidades muy amplias, abrumadoras, incluso devastadoras, en series breves de palabras. La idea de que el lenguaje, que se caracteriza por el intento de sistematizar el universo sobre preceptos lógicos y diferenciales, pueda ser utilizado para fines totalmente opuestos, buscando escapar la lógica, romper con la diferencia, mostrar algo que parece indescriptible (que sería el Todo), sin duda es un fenómeno atendible y conmovedor. Esa conmoción supongo que es lo que más me gusta de la poesía, y siento que es algo que se conecta con los orígenes del lenguaje y la humanidad también. Emily Dickinson dice "Where melody is not / Is the unknown peninsula. / Beauty is nature's fact." "Donde no hay melodía, es la península desconocida. La belleza es el dato de la naturaleza." Podemos obviar la traducción, pero es tremendo lo que hace, es casi inverosímil. Algo que no parece poder ser expresado, algo abrumadoramente total y ajeno a lo individualmente humano, lo dice en tres frases cortas, con palabras cotidianas.

Eso sería lo específico de la poesía que me gusta, después están todas las cosas que nos da el arte, que evidentemente es capaz de darnos la poesía: compañía, estímulo intelectual, entretenimiento, conmoción emocional o espiritual. Hay un video en youtube donde Borges, en el programa de televisión de Octavio Paz, propone hablar sobre la poesía a partir de la siguiente pregunta: La frase "Luna, espejo del tiempo", ¿es poética? La pregunta es casi tan hermosa como la frase, y hay algo específicamente poético en el verso (que Borges toma de la literatura persa), que es la conjunción breve de conceptos cotidianos para expresar una realidad que nos es abrumadora, que en cierto sentido no nos está dado comprender, sólo vislumbrar, porque estamos obligados a vivir dentro de una escala, o de una serie de escalas. Igualmente, esa escala se va ampliando o modificando. Podría venir alguien a decirnos que el tiempo es un concepto mucho más amplio que una simple luna orbitando alrededor de no sé qué planeta de tal galaxia, todas cosas que empezamos a tener como muy efímeras. La observación científica nos está empezando a brindar mentalidades que rebasan por mucho a las relaciones tradicionales entre las personas y su entorno. Antes se tenía el mármol como símbolo de la eternidad, y hoy en día parece casi risible. ¿Cuánto puede durar un mármol, 500 mil años? Es un abrir y cerrar de ojos.

¿Te acordás cuándo te impactó una poesía por primera vez y cuál era?
Supongo que las primeras experiencias poéticas las sentí con letras de canciones. Mi introducción a la música fue por el Rock y el Punk, que no son géneros tremendamente importantes en cuanto al factor poético de las letras, pero siempre van saliendo frases conmovedoras, estimulantes, o transformadoras. De chico escuchaba mucho Nirvana, que no se destaca precisamente por sus letras, en el sentido de que muchas veces parece que escribió lo primero que se le ocurrió, y es importante tener una cierta confianza en la intencionalidad para leer un texto como un poema, pero muchas veces encuentra maneras muy simples de decir cosas muy complejas, o que llegan muy profundo en nuestro interior. Se pone a repetir "Grandma take me home" y a mí me parece muy fuerte esa frase, y cobra fuerza con la repetición. O dice "Rape me", que es tremendo. Hay otra que dice "Out of the ground, into the sky, out of the sky, into the dirt", que es una secuencia conmovedora.
También hay casos especiales en el rock. Los Redondos es una banda que escucho desde siempre, y lo que hace el Indio con las letras y la imaginación popular me parece fantástico, creo que comparte ciertas técnicas con Kafka, arman frases siguiendo una lingüística parecida a la de los sueños, condensando y desplazando.
O sea que no hay que ir a los casos más evidentes de poesía musical, como Leonard Cohen o Atahualpa Yupanqui, dos poetas tremendos que me influenciaron mucho.

Pero quiero contestar mejor la pregunta, porque también es un ejercicio interesante de la memoria. Si pienso en las primeras lecciones de poesía "adulta" en el colegio, recuerdo pensar que lo estaban explicando todo mal, como una receta de cocina, pero no me acuerdo si tenía en mente algún poema que hubiera leído. Sí recuerdo la primera vez que leí a Shakespeare. Era Macbeth. Creo que tenía como 12 y me costaba mucho entenderlo, pero la posibilidad de narrar cosas con ese lenguaje me pareció realmente mágico. Después, más entrada la adolescencia, leí mucho a Girondo, y eso me transformó bastante, aunque hoy en día no lo considero muy importante para mí. Mi introducción verdadera a lo que entiendo por poesía fue con Emily Dickinson y T. S. Eliot, y ya tenía al menos 19 años. Un poco más tarde empecé a leer poesía japonesa, la tradición del haiku, y eso me marcó profundamente. Leer a William Blake fue también importante, y Walt Whitman me transformó.

¿Cuáles son tus autores favoritos?
No me considero un gran lector de poesía en el sentido de que no es una actividad constante de mi vida, como sí lo es la lectura de narrativa. Hay muchísimos poetas importantes que no leí, y el porcentaje de poesía en mi biblioteca es bastante chico. Además, hay un elemento de azar en la lista de autores que me marcaron, que no siento tan fuerte con la narrativa, creo que mi biblioteca de narrativa es más coherente o informada. Pero sí siento una relación muy íntima con determinados poetas que releo mucho. Los fundamentales son Emily Dickinson, Walt Whitman, T. S. Eliot, y los japoneses (Bashoo, Isa, Buson, pero principalmente Bashoo). También leo mucho a un poeta canadiense llamado Mark Strand, y algunas cosas de Rilke. Los demás los voy descubriendo de a poco, o no me vienen a la mente ahora mismo. Ginsberg, Kerouac, William Carlos Williams, son algunos nombres que surgen. En una época leía mucho al Nobel irlandés, Seamus Heaney, pero me cansó un poco no entender nada. Me conmovía muchísimo su manera de escribir, el talento que tiene es increíble, pero hay zonas de la poesía que me convierten en un lector inferior, me parece. Me cuesta seguirle el hilo a muchos de los poetas importantes, como Derek Walcott, o Wallace Stevens. Quizá no me esforcé lo suficiente. Sé que The Waste Land resulta difícil para mucha gente y yo creo que lo entiendo bastante bien, aunque me costó mucho trabajo y un poco de investigación. Por otro lado, tengo una cierta francofobia que me alejó de la formación más común de los poetas y lectores de poesía. Entre los argentinos, hay mucho desconocido para mí, pero podría hablar de influencias tan dispares como Alejanda Pizarnik, Fabián Casas y Macedonio Fernández, que es poeta incluso cuando escribe ensayos o chistes.


¿De qué habla Sección de Vientos?
El libro intenta explorar las distintas posibilidades de relacionarse con el mundo en clave estética, específicamente en una época como ésta, donde se toman por sentado ciertos preceptos que me parecen muy profundos o abrumadores. Por un lado comprendemos que el sujeto no es una figura estable, idéntico a sí mismo, sino una fuerza en constante cambio, donde confluyen todo tipo de discursos e interpretaciones previas. Todo lo que conocemos es una cadena de interpretaciones, sin realidades dadas, previas a los distintos lenguajes que manejamos, que son a su vez nuevos eslabones en la cadena interpretativa. Cada vez queda menos espacio para una idea cerrada de sujeto, o de mensaje, o de fenómeno, pero lo individual a la vez cobra más importancia en el sentido de que todos los procesos existen en función de algún tipo de observador o agente. El lenguaje científico interpreta el universo de modos muy inquietantes que yo vulgarizo en el libro porque no los entiendo completamente, al no conocer los lenguajes sobre los que se basan (en muchos casos, matemáticos). Pero me tomé esa libertad justamente porque la idea es valorar los distintos lenguajes relevantes desde su uso cotidiano y discursivo, y específicamente desde su uso estético.
La relación estética entre el sujeto y su ambiente, entonces, me parece lo que vincula todo el libro. Las relaciones humanas, la relación entre uno lo demás y entre uno y uno mismo, y también la relación entre uno y el proceso cósmico. En la primera parte, "La televisión de los vecinos", se encara desde un marco más social, la pluralidad de voces que conforman un grupo humano, o que conforman a cada uno de nosotros y su cambio constante. La segunda parte, "La boa constrictor", es más trágica, lo encara desde la perspectiva individual, trabajando sobre la idea de que el hecho de ser sujetos, de ser una combinación de elementos y no las demás, a la misma vez nos deja terriblemente solos. El universo para el sujeto es inaccesible, sólo le es accesible su representación y las voces que lo conforman. La tercera parte, "Sección de vientos", que considero la mejor, intenta llegar a soluciones más felices, de algún modo espirituales, que tienen que ver con la aceptación del misterio y la ambigüedad de todo eso.

¿Dónde lo escribiste?
Son textos que escribí en un período de más o menos tres años, en Barcelona y Buenos Aires, y en algunos viajes también. Escribo más que nada durante el día. Las primeras horas del día suelen ser las más productivas para mí. Si escribo algo a la noche, quizá surgen buenas ideas, pero al día siguiente lo empiezo a corregir y ahí sale la forma definitiva.

La métrica parece muy libre en una primera lectura.
El ritmo y la musicalidad (que no es mucha) salen impulsivamente, siguiendo un criterio muy básico de "me suena bien/me suena mal", pero con el tiempo voy reconociendo ciertos truquitos inconscientes, o formas que se repiten, sin que yo me dé cuenta. Armando el libro me pasó de encontrar versos que en ciertos sentidos eran idénticos, y no me había dado cuenta. Algunos los tuve que cambiar. Igual, no creo que la musicalidad sea una búsqueda importante para el libro, casi lo contrario. Creo que la búsqueda más significativa en el uso del lenguaje (en relación al concepto de poesía) tiene que ver con las cargas escondidas de la oralidad, y con encontrar lo trascendente en lo cotidiano. Hay muchos giros y expresiones coloquiales porteñas en el libro, pero no tienen ninguna intención costumbrista o regionalista, sino ese sentido de maravillarse ante lo mucho que puede decir la frase oral. Hay frases tan trabajadas y únicas que terminan significando una sola cosa. Y también está esa búsqueda de las posibilidades de vivir el día a día en clave estética.

¿Se conecta con alguna música?
Por un lado está lo que dije recién, de que la búsqueda musical del lenguaje poético no me parece muy acentuada en este libro. Muchos de los poemas que decidí no incluir eran mucho más musicales, nunca con métrica regular, pero sí con cadencias trabajadas, rimas internas, etc. Creo que en una época sentía una responsabilidad mayor hacia ese tipo de poesía, pero con el tiempo fui encontrando lo que más me interesa, lo que siento más íntimo y significativo en relación a la poesía que quiero escribir.

Pero por otro lado, a un nivel quizá más temático, creo que varios de los poemas están muy relacionados con el jazz, especialmente con el jazz más "experimental" o "free". Creo que el jazz como género tiende hacia esa libertad y ese caos, desde sus orígenes en los burdeles de Nueva Orleans, y siento muy vivo un paralelismo entre el jazz y el proceso cósmico, como lo explica la entropía, digamos.
No es algo que haya descubierto yo, hay una relación temática muy fuerte entre ciertos tipos de jazz y el espacio exterior, el cosmos, etc. El ejemplo más claro y que tengo más escuchado es Sun Ra. Pero creo que es algo que acompaña por lo bajo al jazz desde sus inicios.
El poema "Miles de aves" lo escribí después de una discusión sobre Miles Davis y el género del jazz. Cuando Miles empezó a innovar mucho, había críticos muy respetables del jazz que decían que lo que estaba haciendo era increíble, pero que ya no era jazz. No estoy de acuerdo, justamente lo que define el jazz, para mí, es esa constante mutación, esa búsqueda incesante, casi inevitable, de nuevas formas para sí mismo y su propuesta, basándose en las formas anteriores y a la vez descartándolas. Ese me parece el diagrama más acertado de los procesos que observo en el mundo.

¿Pensaste alguna vez en escribir canciones?
Hay una cita de Vonnegut, que no sé de dónde es porque la leí en Twitter, pero que me mató, dice "Virtually every writer I know would rather be a musician", "Prácticamente todos los escritores que conozco preferirían ser músicos". En mi caso es verdad, pero en la adolescencia me di cuenta de que la música me costaba demasiado trabajo porque tengo muy mal oído, y dejé de intentar. Pero escucho un montón de música, es una constante en mi vida y es lo que más fácilmente me conmueve. Las letras de canciones, además, como supongo que le pasó a mucha gente, fueron mi primer acercamiento a algo que podríamos llamar poesía. Contestando la pregunta, nunca tuve las herramientas necesarias para cantar, escribir o componer canciones, pero siempre me interesó la posibilidad de escribir letras para que otra gente componga y cante. Hace poco ese sueño se realizó por primera vez. Un amigo, que toca en una banda buenísima llamada El Sonido Real, me pidió que le escribiera canciones para un proyecto solista, y ya tenemos la primera. Escribí algo con métrica regular y estribillo, pero en mi cabeza prácticamente no tenía música. Lo que compuso él fue mucho mejor que cualquier cosa que me podría haber imaginado.

¿ Escribís para alguien?
Creo que muchos escritores prefieren decir que no, especialmente los que tienen público. Supongo que lo hacen por miedo a que se confunda un lector supuesto con un público atendido. Pero la literatura, como todas las artes, es una forma de comunicación. Sería absurdo escribir sin imaginarse al lector que se encuentra con ese texto y lo reviste de significado. El texto existe en función de esa comunicación, aunque sea un diario íntimo. Emily Dickinson prácticamente no publicó, pero es imposible ignorar lo mucho que el texto te interpela. Pero es un concepto muy difuso de lector. Al margen de algunos amigos que más me leen (yo además siempre voy publicando todo en mi blog, y tengo amigos que comentan), esa idea de lector es muy vaga, es como una personificación de la cultura en general, y más concretamente la cultura propia. Escribo cosas que me gustaría leer.


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