Borges, en el límite entre vida y ficción, encarna la figura del poeta ciego. "Homero criollo" elige el destino literario que la ceguera le propone.
Construye, dramática y laboriosamente, un personaje perdurable.

El arquetipo del Hacedor ciego que contempla lo que el resto de los mortales ignora, adquiere
en Borges una forma inédita.

Homero, Milton y Ossian permanecen en la periferia de sus creaciones;
Borges, en cambio, menospreciándose y creándose a sí mismo, ocupa el centro de
su visión, conforma a un tiempo, vate, héroe y monstruo:

"(...)soy dios, soy héroe, soy filósofo, soy demonio y soy mundo, lo cual es una fatigosa manera de decir que no soy".

(El inmortal- El Aleph)

Joyce, también destinado por la ceguera, anticipa el intento;
su figura asoma en el Ulises, pero se niega a hacer pie en la retórica clásica.
Confía en el genio moderno, y la soberbia,
siempre vieja, lo pierde. Borges, no más humilde, pero más astuto, reconoce el
prestigio de lo antiguo. A diferencia del irlandés, que elige una forma caótica
para reflejar un universo hostil, acata el orden clásico. Recorre simultáneamente dos mundos, el contemporáneo,
que no ve, y el arquetípico, que contempla con exclusividad.

Esta simetría entre carencia y don, confiere un amable
equilibrio a su personaje; para serlo todo, debe ser nadie y nada:

"mientras estoy creando soy ante todo insignificante". (Diálogos Borges Sabato, Emecé)

El arquetipo del poeta ciego y viajero le permite
crear un mundo en el que Hacedor y criatura se confunden y reflejan indefinidamente.

Este personaje-autor copia, solo en apariencia, la arquitectura de la Comedia dantesca, pero su
centro no es la divinidad, sino la incierta y dramática soledad de un hombre.

Mientras que Dante declara la virilidad y el triunfo del orden, Borges,
se confiesa cobarde y víctima de la complejidad. Logra, sin embargo,
eludiendo la rebeldía, una resignada sumisión por la belleza:

"(...) inminencia de una revelación, que no se produce, es, quizá, el hecho estético." (Otras inquisiciones )

«Todo escritor, todo hombre debe ver en lo que le sucede, incluido el

fracaso, la humillación y la desgracia, un instrumento, un material para su

arte del que debe sacar provecho. Estas cosas nos han sido dadas para que las

transformemos, para que de las miserables circunstancias de nuestra vida

hagamos cosas eternas o que aspiran a serlo». (.......)


El hallazgo de su arquetipo, híbrido de Homero y Alighieri,
constituye un largo y meditado proceso; un rico catálogo de ciegos de la más
diversa naturaleza provenientes tanto del
mundo histórico como del ficcional le servirá
para perfeccionar su mítica creación: Borges, el paradójico ciego vidente.