Historias que inspiran

style="float: right; margin-bottom: 10px; font-weight: 600;"Tue 5th Aug, 2014


Invierno de 1986, más precisamente 11 de Julio de 1986. Noche muy fría no apta para ser aprovechada para hacer un asado en la parrilla ubicada en el jardín.
Si bien el festejo organizado no se iba a suspender, hubo cambio de planes y el dueño de casa decide hacer el asado en la chimenea que se encontraba en el living de su casa. Por nada en el mundo iba a suspender el festejo de su cumpleaños número 20.
Todo era alegría y fiesta cuando de la nada, sin previo aviso, una fuerte explosión sorprendió a todos los que se encontraban allí. Después de soportar un ruido ensordecedor y millares de destellos de fuego, una gran cantidad de humo y calor invadió el ambiente.
Por esas causalidades de la vida solamente habían llegado menos de la mitad de los invitados, esto hacía que fuesen solamente siete los amigos que estaban en el living muy cerca de la chimenea disfrutando de la noche.
La gran explosión fue causada por una antigua bala de obús de la Primera Guerra Mundial , de cuyo inicio se acaban de cumplir 100 años, que estaba de adorno en un estante del living. Esa noche fue utilizada como cuarta pata de la parrilla donde se estaba haciendo el asado.
Cuatro personas lograron por sus propios medios escaparse de ese infierno después de sobreponerse al shock y al aturdimiento inicial. Corrieron por el jardín y salieron a la calle para encontrar a alguien que los ayude. Estaban desesperados, asustados y heridos. Un auto los llevo al Sanatorio más cercano.
Quedaban otros tres dentro de la casa, lamentablemente el dueño de casa falleció y los otros dos sobrevivientes eran Martín Posleman y Sergio Expert.


 A partir de estas líneas leerán un relato en primera persona por parte de uno de esos sobrevivientes, Sergio. La historia de Martín quedará para otra ocasión.


"Cuando la explosión nos sorprende, yo salí despedido hacia atrás y después del shock inicial quise salir de ese lugar. Mi cabeza impartía órdenes a mis piernas para moverme y no había respuesta, intenté nuevamente y tampoco pasó nada. Desesperado por salir de ese infierno, me arrastré cuerpo a tierra haciendo fuerza con mis codos, hasta poder llegar al exterior de la casa donde, yo pensaba, que iba a estar a salvo. En el camino tuve que pasar por entre medio de pedazos de muebles quemados, mucha mampostería y partes del techo que casi colapsa.



A causa de la detonación de bala, sufrí la amputación sobre rodilla de mi pierna derecha y gracias a la valentía de los médicos que atendieron la urgencia en el Hospital de San Isidro me pudieron salvar mi otra pierna, ya que la misma también presentaba numerosas y profundas heridas.
Una vez internado en el Hospital me di cuenta que mi vida había dado un vuelco por completo, que gran parte de lo que tenía hasta ese momento ya no estaba. Hasta las más pequeñas cosas que uno hacía sin darse cuenta o sin esfuerzo, no era tan fáciles o ya no se podían hacer. Estuve 4 meses internado, me realizaron muchas intervenciones quirúrgicas; sumado a un viaje a Estados Unidos donde finalmente me reconstruyen mi pierna izquierda utilizando parte de mi cadera injertándola como si fuese mi tibia.
Luego de eso, estuve 12 meses en silla de ruedas esperando a que todo se acomodara hasta poder estar nuevamente de pie.
Una vez parado con mi nueva prótesis, reaparecieron los cambios y junto a los límites, los miedos y los desafíos; se hizo una combinación difícil de afrontar. El caminar se tornó en un desafío diario. De a poco buscando pequeñas situaciones para ir convirtiendo la frustración en fuerza y con la fuerte convicción de querer salir adelante más una visión positiva de la vida fui saliendo de a poco. El apoyo de la familia y los amigos fue muy importante, fueron una gran combustible para mi recuperación, pero el principal interés en mejorar era mío.
Lo que me di cuenta es que muchas veces no valoramos las pequeñas cosas que tenemos y solamente las añoramos cuando las perdemos. También aprendí que sin importar el tamaño de la montaña que haya que cruzar o lo alto de la valla que tengamos que saltar, nunca hay que bajar los brazos y jamás darse por vencido. Y que el ser humano debe elegir muchas veces y esas elecciones son las que nos pueden dar sentido a la vida.
Tengo la suerte de contar con 3 hijos increíbles, sigo con mis amigos de siempre y disfruto al máximo el momento, todo lo hago disfrutando con ganas el trayecto".


Hoy después de más de 27 años desde ese 11 de Julio de 1986 quiero inspirar a la gente mediante una charla, que tengo orientada tanto para Empresas, Colegios y Universidades, que se llama Explosión de Vida. Ahí cuento todo lo que me pasó, como lo transité y dejando un mensaje súper positivo remarcando a la audiencia que, SE PUEDE.
YO ELEGÍ vivir y sigo eligiendo vivir cada momento de mi vida sin darme por vencido. Esa capacidad de elección está dentro de mí y está dentro de cada uno de ustedes y ojala que no nos recuerden por lo que nos pasó, sino que se acuerden de nosotros por todo lo que hicimos con aquello que nos pasó.


Write a comment ...
Post comment
Cancel