Conociendo la Radiación Electromagnética

style="float: right; margin-bottom: 10px; font-weight: 600;"Fri 26th Sep, 2014

 

 

 

 

 

¿Te sorprende la cantidad de amigas tuyas que ha contraído cáncer de mama o de tiroides? ¿No conoces algún caso de niños con leucemia infantil? ¿Sabías que un porcentaje importante de dichas enfermedades se pueden prevenir con tan solo un mínimo de información y casi a costo cero?

 

 

 


La mayor parte de la población vive en viviendas construidas con la misma tecnología del siglo XIX en el siglo XXI donde estamos infestados de equipamiento que genera radiación electromagnética.
Todas las ondas electromagnéticas viajan a la velocidad de la luz, 300.000 km/segundo. Lo que diferencia a las ondas es la amplitud o su frecuencia. Esto quiere decir que las ondas más finitas o de mayor frecuencia son las más dañinas, como las gamma, los rayos x o los ultravioletas.

Todos los científicos del mundo están de acuerdo en que dichas ondas rompen la materia, parten el átomo por aumento de energía y lo convierten en iones. De allí viene una de las primeras divisiones de la radiación, la ionizante y la no ionizante.

A decir verdad la radiación del sistema eléctrico domiciliario argentino tiene una frecuencia de 50 Hz. Dividiendo la velocidad de la luz por la frecuencia obtenemos que la onda vuelve cada 6000 km. Como nuestro cuerpo tiene centímetros esa onda en principio no nos afecta.

Acá es donde debe entrar el concepto de dosis. Primero debemos recordar un concepto técnico fundamental, todo campo electromagnético, generado de manera natural o artificial (celulares, microondas, secadoras de pelo, aspiradoras, computadoras o equipamientos con motores eléctricos) induce corrientes cuando se encuentra con conductores o elementos metálicos. Una línea de alta tensión inducirá corrientes eléctricas en los alambrados que la crucen por debajo.

En física se conoce esto como la regla de la mano derecha. Los cuatro dedos (menos el pulgar) representan el campo que al encontrar un conductor lo rodean y generan una corriente inducida en el sentido del pulgar. Este principio se usa constantemente en los transformadores eléctricos. Se toma un marco metálico, de un lado se dan 220 vueltas y del otro 12. Las 220 vueltas inducen 220 unidades de corriente que giran por el marco. Del otro lado las doce espiras retiran doce unidades y se logra un transformador 220/12.


Ahora vayamos a los edificios de hormigón cuyo primer y gran problema es no haber puesto a tierra la armadura. Esto implica que de las bases a la terraza, pasando por columnas, vigas y losas que están unidas con alambre conductor la armadura se ha convertido en una inmensa antena habitada por un sinnúmero de personas. Por cierto que una llamada de celular no es perjudicial, pero esa armadura va sumando desde el momento de su construcción una infinidad de corrientes inducidas infinitesimales que finalmente en una integral de tiempo enferman el edificio mortalmente. La mayoría de los casos de leucemia infantil se dan en chicos de hasta tres años que viven en estos edificios. Lo mismo las mujeres. La mayor parte de los casos que he verificado se dan en amas de casa, que pasan todo el día dentro de estructuras de hormigón armado en zonas urbanas en edificios cuya altura entre piso y piso es la mínima reglamentaria, 2,40 m. La altura es importante puesto que la radiación en una losa llega hasta aproximadamente un metro de la misma. La sumatoria de los infinitésimos de corriente convierte al edificio luego de un par de décadas en un verdadero spiedo electromagnético.


Aquí volvemos al concepto de dosis. Una llamada de celular no daña, pero esa estructura sin puesta a tierra ha retenido todas las llamadas de celular del barrio desde que iniciaron los celulares, todas las transmisiones de los satélites de TV y de comunicaciones, todas las ondas de computadoras mal selladas y de microondas de mala calidad. También están todas las transmisiones de radio y televisión, de la Argentina y el mundo desde que se construyó el edificio. Parece broma pero es cierto, la tecnología moderna nos está matando.

Un microondas funciona excitando átomos de hidrógeno presentes en el agua. Este elemento, que contiene un electrón y un protón, es muy difícil de ionizar y es por ello que la radiación le entrega energía y este se calienta transfiriendo a los elementos que lo rodean el calor deseado. Es por ello que se queman los alimentos secos.

En el caso de las mujeres, que contienen muchas glándulas como las mamarias o las tiroides, la radiación acumulada en la estructura trabajará como el microondas, excitará las moléculas de agua hasta que la energía transferida modifique el ADN de alguna de las células de dichas glándulas activando un oncogén que podrá o no ser repelido por las defensas del cuerpo. Lo mismo ocurre con el cáncer de piel debido a los rayos ultravioletas.

  

 

  • Este es el primero de una serie de artículos. Francisco M. Cobos es Ingeniero Civil y estudia temas de descontaminación electromagnética desde 1991. Integra la Comisión de Energía del Centro Argentino de Ingenieros y publicó un libro que detalla cómo hacer escudos contra la radiación con cuarzo e hidrógeno. Aquellos que deseen recibirlo vía mail solicitarlo a cobos.gww@gmail.com.

 


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